El avión fabricado en Norteamérica para el emperador de Etiopía, que tras servir al Gobierno de Euzkadi, acabaría desguazado en un depósito de la Luftwaffe en Francia.
Aquel día soleado de agosto de 1937, desde Cabo Mayor pudo observarse la silueta de un avión civil con apariencia de caza, agrandándose en el horizonte sobre el mar mientras se acercaba. La ofensiva franquista sobre Santander se había iniciado hacía algunas horas y la aviación rebelde se empeñaba en destruir los aeródromos republicanos. Pronto el avión se vio interceptado por aparatos enemigos. Su piloto, con nervios de acero y gran destreza, consiguió aterrizar en La Albericia minutos antes de que las bombas contrarias castigaran duramente el campo.
Afortunadamente, los pasajeros encontraron refugio a tiempo. Se trataba del Lehendakari Agirre, su secretario Pedro Basaldua y el consejero de Hacienda del Gobierno de Euzkadi Eliodoro de la Torre, que llegaban de Francia tras arduas gestiones diplomáticas para la evacuación del Ejército Vasco. Del avión, que milagrosamente no sufrió desperfectos, se decía que había sido propiedad del Emperador de Etiopía. Así, en palabras del propio Agirre, “el pueblo lo bautizó con el nombre de El Negus, y como El Negus lo conocimos todos”.
El autor, Aitor Miñambres, quiere agradecer desde aquí a Iñaki Anasagasti su amable préstamo de valiosa información, y, como siempre, a Luis de Guezala, de Sabino Arana Fundazioa, su apoyo y todo tipo de facilidades para que este artículo pudiera ver la luz. Eskerrik asko.
Comments