Desde su puesta en valor en 2012, el nido de ametralladora de Areneburu en Berango ha sufrido una y otra vez el vandalismo en sus múltiples facetas: pintadas en su interior, ruptura de cerramientos y sobre todo daños continuos a los sacos terreros que recrean cómo era la obra que construyeron aquellos hombres y mujeres de Euskadi empeñados en la defensa de su tierra.
Con la implantación del Sendero de la memoria, las flechas indicadoras de la ruta fueron destrozadas a bastonazos, los postes sacados de cuajo y los paneles reventados a pedradas, tanto en Berango como en Sopelana.
Recientemente, esta semana, todos los sacos han sido nuevamente arrancados de su ubicación y tirados al interior de la zanja. En ocasiones anteriores, llegaron incluso a ser arrojados por el terraplén del monte sobre el que se elevan.
Durante mucho tiempo hemos desconocido la identidad de la persona o personas empeñadas en hacer este daño. A nuestro juicio, nunca se trató de simples gamberros, sino de alguien muy obsesionado por destruir sistemáticamente algo que por motivos reales o pretendidos le molestaba.
En dos ocasiones nos hicieron llegar que se trataba de una persona corpulenta, actuando muy de madrugada, a veces acompañada de perros, y que habitualmente frecuenta la zona.
En nuestra opinión se trata de un vecino de una localidad colindante a quien molesta esta actividad.
No hay problema. Seguiremos con la puesta en valor del Cinturón de Hierro sin que nadie como él nos detenga, con el amparo de la mayoría de este pueblo y de sus instituciones.
Que no se lleve a engaño, porque antes se rendirá el látigo que el cuerpo
Comentários